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Capítulo 04.

Extrañamente, había pasado ya un mes desde que había conocido a Jimin, y decir que cada día fue un reto, es quedarse realmente corto.

Porque si, el pequeño rubio tiene esa combinación de apariencia dulce y apacible, y un carácter de mil demonios cuando lo enojan. Pero ese es el tema, solo si lo enojan. Tienes que ser un verdadero imbécil para hacerlo enojar.

Y es divertido verlo por allí, siendo ese chico extrovertido que parece no tenerle miedo a nada ni a nadie, que no necesita su "caballero con armadura" que lo rescate de las garras de los alfas ogros que lo persiguen como la plaga.

Y eso le atrae mucho. Porque si, omegas dulces y complacientes hay en todos lados, pero uno que tenga carácter fuerte y que sabe lo que quiere, eso es más difícil de encontrar. Y le alegra de haberlo encontrado, porque le abrió los ojos en muchos aspectos.

Jimin es simplemente una persona encantadora. Tiene esa sonrisa que te atrae como imán, esos ojos que parece estas mirando al mar, y que cuando sonríe se le hacen esas medialunas en los ojos que derriten a cualquier alma que los mire. Resplandece por donde va, es el sol viviente. Y con ese resplandor, atrae a todos los seres que caminan por la tierra. Por eso es que siempre termina rodeado de algún ser indeseable, y que termina sacando su mal genio, como una persona que se encuentra con las espinas de una rosa cuando la osa tocar sin permiso, o cuando un tigre saca las garras a la hora de defenderse.

Pero afortunadamente, Jungkook llegó a conocer a Jimin y logró que se sintiera seguro a su alrededor, que sea tan sarcástico como quiera ser, salvaje, gracioso y muy amoroso.

Lo ha llevado a varias citas, han ido a cenar, a los bolos, de picnics, a salas de juegos y cada una salió mejor que la anterior. Decir que estaba maravillado ante ese omega realmente es quedarse corto, y espera nunca se termine.

Esta vez, para celebrar, lo va a llevar al cine a ver su película favorita.

Se vistió con una camisa rosa pálido, una chaqueta negra, un par de jeans ajustados negros con roturas en las rodillas y unas botas marrones.

Fue a buscarlo a su departamento y la vista que lo recibió hizo que su alfa interior aullara de emoción. El omega iba vestido con unos jeans ajustados negros, un sweater blanco que le quedaba grande, le tapaba las manos y le llegaba por los muslos, pero le hacía ver adorable, y sus vans negras.

Le abrió la puerta del auto, y su nariz se impregnó del dulce aroma a fresas y crema del omega.

—¿Estás listo? —le pregunta el mayor al rubio.

—Claro que si, vamos —le contestó con una sonrisa en su rostro.

Viajaron haciendo charla casual, preguntando del día de cada uno, robándose miradas ocasionales al otro, y el más alto con unas ganas casi irrefrenables de estirar su mano y acaririar el rostro del más bajo.

Cuando llegaron, fueron y sacaron entradas para la película, decidieron que iban a ver la última de Spider Man y, como habían llegado con tiempo de sobra, fueron a un Mc Donalds a comer antes de la función.

Jungkook se rió de una mancha de ketchup que le había quedado en la mejilla al rubio, y este fingió indignación y le pasó una papa con más ketchup por la mejilla, lamiendo el resto del condimento que le quedó en el rostro. Ante esto, el alfa quedó estático, preguntándose si debería seguirle el juego (habían estado coqueteando descaradamente estos días) o guardarlo para más tarde.

Decidiéndose por la segunda opción, Jungkook decidió mirarlo con cierta diversión, levantándose a tirar los restos de su cena y los de Jimin, y fueron a buscar palomitas y bebidas para la película.

Disfrutaron hasta el último segundo de la película, ya que la encontraron muy emocionante. Saltaron en sus asientos, comieron, bebieron y hasta gritaron de la emoción (Jimin, más que nada), cuando aparecieron todos los superhéroes. Se robaron miradas fugaces todo el tiempo, compartieron chistes toda la película y el omega terminó la película casi recostado sobre el costado del alfa. Al final de los títulos, compartieron un beso lánguido que pronto fue subiendo de tono, y los tenía a cada uno sostenido de la nuca del otro, sólo separándose para poder tomar una bocanada de aire que sus pulmones prácticamente pedían a gritos.

Salieron de la sala con sonrisas idénticas, sostenidos de la mano y hablando emocionados sobre la película que acababa de terminar.

Como todavía no querían volver, fueron a un local a conseguir yogurt helado, y se sentaron afuera del local a comer mientras charlaban sobre las proximas navidades.

—¿Qué vas a hacer para estas navidades? —preguntó Jimin.

—No lo sé, la verdad. Creo que voy a pasar las fiestas con mamá y mi hermana, hace mucho que no las veo. ¿Qué harás tu?

—Lo mismo. En casa tenemos la tradición de armar el árbol, cocinar galletas, mirar películas, comer pastel y abrir regalos.

—Espera, ¿por qué comer pastel en nochebuena? ¿Festejan el nacimiento de Jesús?

—Casi, festejamos el mío —le contesta con un guiño de ojo y sacando la lengua.

—¿Estás bromeando, cierto? ¿Cumples años el 24?

—Sip. ¿Cuándo cumples tú?

—El primero de febrero.

—Lo tendré presente.

—Oh, tienes restos de yogurt helado —le señala sonriente el pelinegro al más bajo.

—¿De verdad? ¿Dónde?

—Aquí —se acerca y lame la comisura de la boca del rubio.

—¿Sabe rico? —pregunta con una sonrisa de lado.

—Delicioso —le contesta, y vuelve a besarlo, esta vez en toda la boca.

La escena se vuelve un desastre de dientes, saliva y helado, pequeños y bajos gemidos por parte de Jimin cuando Jungkook le muerde levemente el labio inferior y pide permiso con su lengua para invadir la cavidad ajena.

Dándole acceso, comienza una danza de lenguas, casi debatiendo quien se impone sobre la otra, aunque el pelinegro termina ganando y el omega casi que se derrite en los brazos ajenos.

—Creo que podemos seguir esto en tu casa, ¿no crees? —pregunta el más bajo casi inocentemente, y vaya que el alfa estuvo esperando por esto. La única razón por la que no lo ha llevado a su casa todavía es porque quería estar seguro que el rubio se sintiera seguro de lo que quería hacer, quería hacer esto bien, Jimin se lo merecía, se merecía el cortejo, las salidas, los regalos, todo.

—Claro que si —le contesta el mayor, con la mirada ya brillante.

Suben al auto de Jungkook con la anticipación corriendo ya por sus venas, sonrisas en sus rostros y sus manos entrelazadas.

Jungkook podía sentir el nerviosismo y la excitacion recorriendolo, y las expresiones en Jimin sugerían que estaba pasando por lo mismo.

Llegaron al edificio del alfa y luego de estacionar el auto se lanzaron a los brazos del otro, sin mediar palabra.

El cuerpo de Jimin se sentía mejor de lo que imaginaba, sus pequeñas manos viajando por su cara, sus suaves y gruesos labios sobre los suyos, y el calor que desprendía, a la vez que su embriagante aroma a fresas y crema estaba volviéndolo loco lentamente.

—Dios, hueles tan bien, pequeño —susurró con una voz tan grave que casi no reconoce como suya, acercando su nariz a la fuente de aroma del omega y casi hundiéndose en él.

—Alfa... —la palabra suena casi como una plegaria saliendo de los labios del omega, y Jungkook tiene que frenarse para no tomarlo allí mismo.

—Hmm... ¿qué necesitas omega? —pregunta Jeon desde la curva del cuello del rubio, ya ha reclamado ese hueco como su escondite y no quiere salir de allí.

—A ti, por favor alfa, te necesito —dice, y esta vez suena casi desesperado, como si Jungkook fuera a dejarlo ir.

—Shh, tranquilo omega, te tengo. Vámonos de aquí, si alguien te ve juro que arrancaré cabezas —le contestó casi inconscientemente.

—Hmm alfa... —con los ojos cerrados, Jimin guió su nariz al cuello del mayor y aspiró su aroma profundamente. El alfa, al sentir esto, liberó feromonas para tranquilizarlo y marcarlo un poco.

Aparentemente, luego de esto aclararon sus cabezas, por lo que respiraron profundamente una vez más y se dedicaron a salir del auto y dirigirse al apartamento del pelinegro.

Subieron por el ascensor, los brazos del alfa firmemente ubicados en la cintura del omega, un ronroneo satisfecho surgiendo del pecho del alfa y una sonrisa languida en los labios del omega.

Avanzaron por el pasillo hasta la puerta del departamento, y cuando atravesaron el umbral, el pelinegro aprisionó al rubio contra la puerta, en un beso que se tornaba cada vez más caliente. Los cabellos del alfa hacían cosquillas en el rostro del omega, su lengua buscaba tomar posesión de la boca del contrario, una de sus manos aprisionando su cuello, acariciando con sus dedos los suaves cabellos en la base, y la otra recorriendo suavemente su espalda, y cuando llegó al límite de su cintura baja, Jimin arqueó su espalda para que la mano finalmente descansara en su trasero.

Ante esto los dos soltaron un gemido bajo, y en el ambiente se podía oler el lubricante que chorreaba de la entrada del omega, mezclado con la excitación que emanaban ambos.

—Dormitorio —balbuceó el omega, que por más que disfrutara ser mancillado contra la puerta, prefería ser destrozado en un lugar más cómodo.

Asintiendo en acuerdo, Jungkook tomó la mano de Jimin y tiró ansioso de él hasta lo que parecía ser el dormitorio.

Allí, volvió a tomar posesión de la boca del más bajo y caminaron hasta el centro de la habitación, donde las piernas del rubio chocaron con el borde de la cama. Con manos torpes, el omega tiró de la chaqueta del alfa, deslizándola por los fuertes hombros del hombre y dejándola caer de cualquier manera. Luego le siguió la camisa, sus dedos luchando temblorosos con los botones de ella, para que luego el alfa se la sacara de un manotazo y la enviara lejos por la habitación. Jungkook, por su parte, se dedicó a recorrer los costados del menor hasta encontrar el borde del sweater y empujarlo hacia arriba. El rubio se separó del beso brevemente y alzó los brazos para dejarse sacar el sweater y la camisa que tenía debajo, para que luego le siguiera el camino a la camisa del alfa.

Ante esta pausa, Jimin se dedicó a observar con atención los tatuajes que adornaban la lechosa piel del pelinegro, recorriéndolos con los dedos como si se trataran de las líneas de un mapa.

El alfa entonces empujó levemente al omega hacia la cama y se dedicó a dejar un reguero de besos por todo el torso del más bajo, mordiendo y pasando su lengua mientras dejaba marcas de las que luego se sentiría orgulloso.

Pasó por los pezones del omega y se dedicó a morder, tirar y chupar cada uno, arrancando más gemidos de la garganta del más bajo, que no hacía más que enloquecer al alfa interior del pelinegro. Siguió su camino, pasando por la lengua por su ombligo y cuando llegó al límite del pantalón, levantó la vista hacia el rostro del rubio, que lo miraba con ojos vidriosos, el azul de la mirada casi desaparecido, el negro de las pupilas lo cubría casi todo, labios mordidos de los nervios. El leve asentimiento de parte del omega fue todo lo que necesitó para desabrochar y bajar el cierre del pantalón, arrastrando este y los boxers del omega hasta dejarlo completamente desnudo.

Volvió a colocarse junto a la pelvis del omega, acariciando los suaves muslos del chico y le dio una probada al pene de Jimin, que se retorcía del placer, las sábanas enroscadas en los puños y los labios casi sangrando del esfuerzo en no hacer mucho ruido.

Llevó dos de sus dedos a la boca y los llenó de saliva, se llevó la erección del omega a su boca nuevamente, y mientras con una mano acariciaba suavemente los testículos del rubio, la otra mano masajeaba las nalgas, metiendose entre las mejillas y la punta de uno de sus dedos masajeaba y jugaba con su entrada.

—A-Alfa, p-por favor... —el omega era un manojo de nervios, sudando, agitándose desesperado mientras el mayor sigue con sus ministraciones en los puntos de placer del chico. En ese momento, decide meter suavemente el primer dedo, con cuidado, hasta los nudillos. Empieza a meter y sacar el dedo experimentalmente, mientras busca ensanchar la entrada para no lastimarlo, y el rubio mueve sus caderas siguiendo el movimiento del dedo.

Luego de un tiempo, el dedo mayor acompaña al índice en la cavidad, entrando y saliendo, y haciendo movimientos de tijera, rozando en un momento la próstata y logrando que viera estrellas y soltara un jadeo sorpresivo. Poco tiempo después un tercer dedo se suma al baile en la entrada del chico, mientras con su boca sigue trabajando en la erección, chupando y lamiendo toda su longitud.

Con un suspiro casi ahogado, Jimin susurra que ya está listo, "tomame alfa, necesito tu nudo" le pide ya con lágrimas asomándose en sus ojos, su cuerpo entero vibrando de placer. Parece como si le recorriera electricidad en vez de sangre por sus venas. El alfa entonces se separa del rubio para forcejear con sus propios pantalones y boxers, dejando su gran erección a la vista. El omega está practicamente babeando ante la hermosa vista que supone ese especimen, temblando de anticipación, sintiendo como de su entrada se escurre más lubricante, que el alfa en esta oportunidad se agacha para lamer un poco y degustar el sabor del omega.

—Mmm, sabes mejor de lo que esperaba, me encantas omega —le dice, casi reverencialmente, besando nuevamente los labios de Jimin, y alineando su erección con la entrada del otro. Cuando la punta pasa por el borde de la entrada los dos sueltan una exalación pesada, y el alfa sigue con el proceso lentamente hasta enterrarse completamente en el trasero del omega.

—Dios, estás tan apretado, me tomas tan bien, lo haces tan bien —le susurra al oido, mordiéndole el lóbulo, el menor suelta jadeos mientras se acostumbra al ardor que poco a poco se convierte en puro placer al tener dentro suyo al alfa.

—M-Muevete, por f-favor —dice con ojos cerrados, a lo que el alfa acata inmediatamente y comienza a moverse suavemente dentro y fuera, estableciendo de a poco un ritmo lento pero enloquecedor para ambos.

—Más, ah-, más rápido —suplica, moviendo sus caderas tratando de encontrar las ajenas a la mitad y Jungkook comienza a moverse más rápidamente, sonidos sucios de piel contra piel haciendo eco en toda la habitación, gemidos y balbuceos saliendo de la garganta del omega, gruñidos guturales saliendo de la del alfa.

En un momento, el alfa encuentra nuevamente la próstata del omega y suelta un gemido alto y entrecortado que eriza los vellos del alfa, que martilla sin piedad contra ese manojo de nervios. El omega, casi sintiéndose arrastrado por la fuerza y los movimientos del pelinegro, toma el cuello del alfa, arrastrando sus uñas y dejando marcas por su espalda, mientras el alfa usa una mano para atrapar la cadera del rubio, seguramente dejándola magullada, y la otra se sostiene de la cabecera de la cama, la fuerza de sus movimientos sacudiendo efectivamente la cama.

—Lo siento, alfa, me vengo ah-, no puedo- —dice como puede Jimin, no encontrando las palabras correctas y jadeando mientras siente como se acumula el placer en el centro de su cuerpo.

—Mío, vente para mi, mi precioso omega —susurra en una voz tan baja y grave que envía otra ola de electricidad al cuerpo del rubio y hace que estalle en el orgasmo más grande que ha experimentado en su vida, tiras de semen manchando sus estómagos y hasta la barbilla.

El orgasmo del omega hace que sus paredes apreten la erección del alfa, quien sigue sus movimientos erráticos, buscando su propia liberación, sintiendo como su nudo ya se empezaba a formar en la base de su polla.

Cuando se forma finalmente, queda introducido en la entrada del omega, y comienza a venirse dentro suyo, pintando sus paredes y llenandolo con su corrida.

—Mmm, lo hiciste muy bien pequeño —le susurra, acomodando al omega que se volvió suave y maleable en sus manos encima suyo para no aplastarlo, acariciando su cabello y rozando su nariz con la glándula del rubio, ronroneando satisfecho al tenerlo en sus brazos.

Los tapa a ambos, todos sudados y sucios, sin importarle el desastre que hicieron en la cama, y se van a dormir abrazándose y con sonrisas tiernas en sus caras.

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